De camino a “Manta” mi viaje se detuvo por 3 días, la nieve se había adueñado del paisaje y de
la carretera… Entender que la Naturaleza es la que decide, que tiene otro tiempo. De algún
modo ella siempre se encarga de demostrarnos lo pequeños que somos.
Entonces vuelvo a comprender que ella es a la cual debemos nuestra existencia. Habitarla es
un regalo. Percibirse en Los Bosques. Sentir el viento. También lo es.
Intentar reproducirla es quizá una buena forma de agradecerle.
“Manta” es es un cobijo para el alma.
Gracias.